Linfedema
El linfedema es una enfermedad crónica que afecta al sistema linfático, una red vital de vasos y órganos encargada de transportar la linfa (un líquido rico en proteínas, agua, y células de defensa) por todo el cuerpo, devolviéndola finalmente al torrente sanguíneo. Cuando este sistema no funciona correctamente, la linfa se acumula en los tejidos blandos, lo que provoca la característica principal del linfedema: la hinchazón o edema.

El sistema linfático es una red de vasos, conductos y ganglios que forma parte del sistema inmune del cuerpo.
Su función es hacer circular el líquido linfático por todo el organismo para recoger y filtrar bacterias, virus y sustancias de desecho. Estas impurezas son transportadas a los ganglios, donde son neutralizadas por los linfocitos (células que combaten infecciones) para su posterior eliminación.
El linfedema ocurre cuando este sistema no funciona correctamente.

Existen dos tipos de linfedema: primario y secundario:
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El linfedema primario (sin causa conocida) puede ser congénito, es decir, que se presenta al momento de nacer o se manifiesta de manera tardía en los primeros años de vida por problemas en el desarrollo de los vasos linfáticos del organismo. En menor frecuencia es un trastorno hereditario presente en varios miembros de una familia.
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El linfedema secundario es el edema que se desarrolla durante la vida del paciente a partir de una causa conocida, como por ejemplo cáncer, operaciones, infecciones o lesiones.
En caso de presentar linfedema, es importante que lo reconozcas a tiempo para comenzar con el tratamiento sin demora.
Existen varios síntomas y señales que se asocian al linfedema. Entre las más comunes están:
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Aumento de volumen lento, progresivo y asimétrico de una extremidad o la zona del cuerpo que se encuentra afectada.
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Sensación de pesadez, tirantez u otras sensaciones incómodas y nuevas en la zona.
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Menor capacidad de movimiento o flexibilidad en las articulaciones cercanas, como las manos, muñecas o tobillos.
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Notar dificultad en la colocación de la manga de una camiseta o la pierna del pantalón en la zona afectada.
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Sensación de qué collares, anillos, relojes, pulseras o zapatos le aprietan en una sola extremidad.
Si presenta cualquiera de los cambios anteriores, contacte a un médico, enfermera, fisioterapeuta o experto en linfedema.
El linfedema es fácil de diagnosticar en casos moderados a severos mediante la historia clínica (cuándo y cómo comenzó) y un examen físico. Sin embargo, los casos iniciales o leves requieren un profesional con experiencia. La necesidad de exámenes adicionales para confirmar el diagnóstico varía según cada caso.
Junto con el diagnóstico, el especialista definirá el grado de severidad. Es crucial comenzar el tratamiento lo antes posible, ya que un mayor grado de severidad implica un mayor riesgo de complicaciones, especialmente las infecciosas.

El linfedema es una afección crónica que avanza de forma lenta y progresiva.
Es crucial buscar ayuda médica de inmediato, incluso si los síntomas iniciales son leves o intermitentes. Ignorar la hinchazón casi siempre lleva a mayores complicaciones, ya que la acumulación de linfa puede causar daño permanente a los tejidos subyacentes.
El linfedema se clasifica en cuatro estadios, que van desde el más leve e imperceptible hasta el más grave, caracterizado por cambios en la piel y fibrosis.

Al vivir con linfedema debes prestar atención a los pequeños detalles de la vida diaria. Esto te ayudará a mantenerlo bajo control y vivir sin complicaciones tu día a día.
Para esto hay cosas de las que debes preocuparte de evitar y otras que puedes integrar a tu rutina para complementar los avances de la terapia y evitar que surjan complicaciones o se agrave el linfedema.
El linfedema es una enfermedad crónica, pero con el tratamiento correcto y una actitud positiva se pueden lograr muy buenos resultados a largo plazo.
El éxito de la terapia depende de que sea correctamente prescrita por un terapeuta con conocimiento y experiencia. La clave para mantener el linfedema controlado y poder realizar las actividades diarias es seguir el tratamiento con disciplina.
Si no ves avances, no te preocupes. Si la terapia está mal prescrita o mal aplicada, no será efectiva. Debes saber que existen más alternativas de tratamiento disponibles hoy en día.
Al referirnos a los “terapeutas para el linfedema” o “especialistas para el linfedema” estamos hablando de una amplia gama de profesionales de la salud que se especializan en el diagnóstico, el tratamiento y el control del linfedema. Entre ellos se incluyen médicos, enfermeros(as), kinesiólogos(as), fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, linfoterapeutas, masajistas, nutricionistas y psicólogos(as) que se especializan en el tratamiento de esta enfermedad. Para que puedas acceder a una terapia exitosa, es muy importante investigar sobre la capacitación y la experiencia del especialista que estés considerando visitar.
En nuestra sección de centros médicos puedes encontrar un listado de centros de atención y terapeutas para el linfedema que pueden ayudarte en las distintas áreas del tratamiento.

Un programa de ejercicios con intensidad gradual (empezando con moderación y aumentando con el tiempo), supervisado por un terapeuta de linfedema, no aumenta el riesgo de desarrollar o empeorar el linfedema.
Al contrario, el ejercicio, incluyendo el entrenamiento con pesas, se considera una herramienta clave en la rehabilitación de la extremidad. Su objetivo es aumentar gradualmente la capacidad de la persona para soportar el esfuerzo físico diario. Esto ayuda a tolerar mejor actividades cotidianas y reducir la probabilidad de que estas desencadenen o agraven el linfedema.
Aunque se promueve el ejercicio, el texto recalca que siempre se deben seguir tomando precauciones en el uso del cuerpo.
Una infección es una preocupación especial después de la extirpación de un ganglio linfático, independientemente de si alguna vez tuviste síntomas de linfedema o no. Cuantos más ganglios linfáticos se extirpan o se dañan, mayor dificultad tendrá el sistema linfático para lidiar con una lesión. Los cortes o incluso las pequeñas grietas en la piel, que a veces no se detectan a simple vista, se pueden infectar, lo que produce síntomas locales, como enrojecimiento, sensibilidad o calor. Frente a cualquier señal de una infección debes obtener atención de manera inmediata.

El tratamiento del linfedema (como usar prendas o vendajes de compresión y asistir a terapia regular) inevitablemente cambiará tu rutina diaria. Es completamente normal experimentar emociones negativas como enojo, frustración o decepción al tener que lidiar con esta nueva afección.
Además, la hinchazón visible puede generar preguntas de amigos, colegas o incluso extraños, lo cual puede ser incómodo.
Para manejar el aspecto emocional, es recomendable contactar a otras personas con el mismo diagnóstico para recibir apoyo e intercambiar ideas. Sin embargo, recuerda que cada caso es único, por lo que los consejos de otros quizás no sean aplicables a tu situación.