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LINFEDEMA

qué es?

LINFEDEMA Y EJERCICIOS

 ¿Cómo afecta el ejercicio en la   evolución de mi condición? 

En varios estudios de investigación, se descubrió que es poco probable que un programa de ejercicios con aumento gradual de la intensidad (es decir, que empiezas con ejercicios moderados y los intensificas con el tiempo) bajo la supervisión de un terapeuta certificado para el linfedema aumente el riesgo de la patología. Al contrario, se va viendo que el ejercicio puede cumplir una función en la rehabilitación de la extremidad, para que puedas soportar mejor los esfuerzos diarios que pueden conducir a un linfedema.

 

No existe ningún motivo por el que una persona con daño en el sistema linfático tenga que pasar el resto de su vida evitando hacer mucho esfuerzo. Al contrario, puede trabajar y ejercitarse para lograr aumentar, muy de a poco, la cantidad de esfuerzo que puede soportar mediante el entrenamiento con pesas y otras formas de ejercicio. De esa forma, si algún día te pica una abeja o terminas lavando cientos de platos en una comida familiar, tu cuerpo podrá tolerarlo. Esto no significa que no se deban tomar más precauciones; siempre debes seguir pensando en la forma en que usas tu cuerpo.

Evidencia

En Estados Unidos se desarrolló un estudio con pacientes de cáncer de mamas llamado “Estudio sobre actividad física y linfedema” (PAL en inglés), que desempeñó una función clave para anular los límites restrictivos de actividad impuestos a las personas con riesgo de tener linfedema. En el estudio, participaron 154 mujeres con riesgo de tener linfedema relacionado con el cáncer de mama. A un grupo de ellas se les asignó un programa de entrenamiento con pesas de intensidad progresiva, y a otras un programa sin ejercicio. Entre las mujeres a las que les habían extirpado cinco ganglios linfáticos o más, el entrenamiento con pesas tuvo un gran impacto: el 7 % del grupo de intervención tuvo un incidente de linfedema, en comparación con el 22 % del grupo sin ejercicio.


Además, como parte del PAL, el equipo de investigación llevó a cabo un estudio con 141 sobrevivientes de cáncer de mama con linfedema estable. A unas se las asignó a un grupo con un programa de entrenamiento con pesas de intensidad progresiva y a otras a un grupo sin intervención. Se descubrió que las mujeres en el grupo de entrenamiento con pesas no presentaban mayor riesgo de tener inflamación en el brazo. También tuvieron una menor incidencia de exacerbaciones del linfedema (14% en el grupo de ejercicio, en comparación con el 29 % del grupo de referencia). Link a la investigación.

Para determinar si el entrenamiento con pesas y otras formas de ejercicio contribuyen a reducir el riesgo de linfedema y exacerbaciones, se necesita más investigación aún. Sabemos que con el ejercicio se produce un efecto de bombeo en los músculos que impulsa el líquido linfático hacia dónde debe ir. “Los vasos linfáticos se encuentran entre el músculo y la piel. Con la actividad, el músculo se contrae y se relaja contra la piel. Por lo tanto, al bombear y liberar, la actividad masajea los vasos linfáticos y saca el líquido linfático adicional de la zona”, dice Linda T. Miller, especialista en fisioterapia (P.T., D.P.T.), especialista  certificada (C.L.T.) y directora clínica del Breast Cancer Physical Therapy Center, Ltd., de Malvern, Pensilvania.

  ¿CÓMO DISEÑAR UN PLAN DE EJERCICIOS?  

En general, el plan de ejercicios para una persona con riesgo de tener linfedema o con diagnóstico de linfedema incluye una combinación de los siguientes ejercicios:

Ejercicios de flexibilidad y estiramiento

Ejercicio aeróbico con la parte superior del cuerpo

(para bajar de peso y estimular la respiración profunda, que a su vez contribuye a la circulación de la linfa)

Entrenamiento

de fuerza

“Esto no es lo mismo que simplemente inscribirse en un gimnasio o empezar a correr las mismas 3 o 4 millas que corrías antes”, dice Nicole Stout, especialista en linfedema. “Si haces ejercicio sin orientación, puede ser complicado diferenciar entre ejercitar y esforzar la extremidad. Siempre les digo a los pacientes que empiecen despacio, vayan con calma y presten atención a la extremidad. El ejercicio es importante, pero se debe hacer con sensatez y con la orientación de una persona que conozca tu situación”.

Los siguientes consejos tal vez te resulten útiles para elaborar un plan de ejercicios adecuado para tI:

De ser posible, trabaja con un especialista en medicina física, un fisioterapeuta, un terapeuta ocupacional, un enfermero, un masajista u otro proveedor que se especialice en tratamiento para el linfedema. Busca a alguien con capacitación y experiencia en esta área. Recuerda que en nuestra página de profesionales de la salud podrás encontrar un listado de profesionales que pueden ayudarte en las distintas etapas de tu patología.

Si trabajas con un entrenador o terapeuta sin capacitación en los asuntos específicos de los pacientes con linfedema puedes aumentar el riesgo de que el linfedema se agrave. Después de trabajar con un especialista para aprender la forma correcta de ejercitar, finalmente podrás hacer ejercicio sola.

Tu plan debe ser personalizado, para que satisfaga tus necesidades y se adapte a tu estado físico. Así como no existe un enfoque universal para el tratamiento del cáncer, lo mismo ocurre con el ejercicio: el cuerpo de cada persona es diferente. El entrenamiento de fuerza con pesas livianas es bueno para muchas personas, pero para algunas puede resultar muy doloroso o muy intenso. En esos casos, se pueden recomendar otras formas de ejercicio más moderado.

Empieza despacio y con cuidado, descansa con frecuencia y usa la extremidad como guía. El especialista puede ayudarte a elaborar un plan sensato para retomar la actividad. Si hacías actividad antes de la cirugía, como levantar pesas, correr o andar en bicicleta, tendrás que ir de a poco para volver al nivel anterior de actividad. Al principio, el terapeuta puede recomendar que levantes pesas más livianas, camines o recorras distancias más cortas con una bicicleta fija. Si sientes la extremidad pesada, adolorida o cansada, no sigas. El terapeuta puede mostrarte ejercicios de estiramiento para hacer en estos momentos y como mantenimiento diario, para que la linfa siga circulando.

 

Durante la actividad y después de ésta, presta atención a tu zona afectada y los sectores que la rodean para detectar cualquier cambio en el tamaño, la forma, el tejido, la textura, el dolor, la pesadez o la firmeza. Cualquier cambio podría ser un indicio de que debes hacer menos esfuerzo en una actividad en particular o tomar un descanso. Si el cambio dura más de unos pocos días, consulta al médico o al especialista.

Ten en cuenta que no todos los programas de ejercicios podrán satisfacer tus necesidades y algunos incluso podrían ser peligrosos, por lo que siempre debes consultar con un especialista en linfedema.

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